jueves, 6 de enero de 2011

Un Desinterés Interesante

“El compromiso hace un buen paraguas, pero un mal techo. Es una solución temporal, adecuada a menudo en la política de partido, pero casi de seguro inadecuada en la política de Estado.”
James Russell Lowell (Diplomático Estadounidense del siglo XIX)

A través de estos últimos cuatro años de Enseñanza Media me he hecho en muchas ocasiones la misma pregunta, si es que el Pograma de Humanidades es realmente útil. Para serles franco, nunca lo fue para mí; los ensayos de los años anteriores, desde mi perspectiva, no eran más que un conjunto de cinco notas y cinco asignaturas en un solo trabajo, él que representaba gran parte del promedio final de dichas asignaturas. Al poner en duda su utilidad, no hago referencia a la opinión generalizada de mis compañeros, sino que lo vinculo a mi visión totalmente personal. Desde Primero Medio supe que mi futuro universitario no iba a estar ligado a las Humanidades, lo que generó probablemente en mí esta opinión frente al Programa. Para ser sincero, no me avergüenza en absoluto relatar los pensamientos que tuve durante los últimos siete semestres, ya que constantemente me auto-defino como un “rebelde con causa”. Pero lo que sí me entristece es haberme dado cuenta tan tarde de su utilidad. Por otro lado creo, y quiero creer, que tareas como la redacción de este ensayo son las verdaderas instancias para darnos cuenta de esto. Y felizmente, puedo decir que lo he hecho.

Por otro lado también siempre pensé que la pregunta “¿Cómo comprender el mundo contemporáneo si no conocemos nuestros orígenes?” era, una vez más, una frase cliché pensada para generar una suerte de interés dentro de los alumnos e incentivarnos al trabajo. Sin embargo, hoy puedo orgullosamente dar fe de la veracidad de esta frase. Digo esto no solo para validar mi nueva postura frente al Pograma de Humanidades, sino porque creo que en ella está la principal razón del reciente despertar de mi interés sobre el tema que desarrollaré. Años atrás nunca hubiese pensado que escribir sobre temas como la educación, la vida, la religión o el ambiente en que se desarrollan las personas, me pudiese motivar. Pero hoy, sentado aquí frente a mi computador, listo para plantear una interrogante sobre la política actual, inesperadamente me anima y me entretiene más que nunca. Claramente esto no me ocurre porque mi futuro próximo universitario esté ligado a la política, sino porque he entendido, a través del estudios de nuestros orígenes, que hay algunos temas del que todos tenemos la “sana” obligación de opinar y entender, ya que nos envuelven y nos afectan directamente en nuestro desarrollo como personas, los mismos jóvenes que hemos de continuar con el futuro de nuestro país.

¿Es la política la culpable de que haya un gran desinterés político dentro de los jóvenes del siglo XXI?

Esta fue la mayor interrogante que se me vino a la cabeza al saber que debía hablar, reflexionar y opinar sobre algún tema relevante vinculado a la política, a mi relación con ella y al futuro de nuestro país cívicamente hablando. La política fue siempre para mí un tema ajeno, lo que atribuyo posiblemente a que soy un ciudadano cívicamente inactivo, debido a mi condición actual de menor de edad. Pero hoy, a una semana de entrar en este nuevo capítulo de la vida, denominado adultez, me empiezo a impregnar de todas estas interrogantes que hemos escuchado por parte de los jóvenes respecto a la política.

Al decir que la política era un tema casi ajeno para mí, no me refería a que no tuviese una postura política claramente definida, sino que a que los hechos que ocurriesen con ella dentro de nuestro país, no eran verdaderamente relevante para mí. Sin embargo, en el presente me ocurre totalmente lo contrario; tengo ganas de ver, de aprender, de discutir, de leer, de informarme, de intercambiar ideas, e incluso de escribir expresando lo que yo pienso sobre la política chilena. Es por esto que no me siento personalmente identificado con la interrogante anteriormente señalada, pero lamentablemente no ocurre esto con la totalidad de los jóvenes. Me atrevería a decir que más de la mitad de ellos sufren un desapego parcial o derechamente total con la política. Es precisamente esta alarmante cantidad, la que me lleva a analizar este tema de una manera más profunda y seria.

A estas alturas ya es común para nosotros escuchar a jóvenes decir cosas despectivas sobre la política: “La política no sirve para nada”, “Para qué inscribirnos, si los políticos son todos igual de malos”, “La política es la vía al progreso como lo es al deceso”, “En política siempre hay que elegir entre dos males” etc. El primer problema, está en que la sociedad piense que dichas frases sean comunes o normales, sin detenerse a pensar el porqué de estas expresiones. Personalmente encuentro inaceptable que los jóvenes a los que llamamos el “Futuro de Chile” piensen de esta forma. Muchos de ellos quizás tienen argumentos concretos y válidos por su desapego político, sin embargo, un gran número simplemente carece de alguno.

Que nos mientan es una de las cosas más desagradables que nos puede ocurrir, pero paradójicamente una de las que el Ser Humano más hace. Y lamentablemente los políticos, como seres humanos al igual que ustedes y yo, suelen faltar a la verdad prometiendo y no cumpliendo. Es por esto que los resultados de los cambios políticos son rara vez aquello que sus amigos esperan o que sus enemigos temen. Es en este punto donde me detengo para decir que entiendo y justifico a los jóvenes que descalifican la política, ya que si la persona sobre la cual depositamos nuestra confianza falta a la verdad, es totalmente decepcionante. La decepción es tan grande y tan comprensible, que hace que los jóvenes que aluden a este argumento para evadir la política, sean comprendidos por mí. Es por ello que estoy convencido de que el desinterés político de los jóvenes no es con la política, sino que con los que la ejercen: los políticos. Es a ellos a los que debemos criticar y reprochar para lograr que se sensibilicen, cambiando su forma de actuar y de razonar para hacer de esta actividad una más sana y limpia. En reiteradas oportunidades se me ha venido a la mente la idea de decirles, cara a cara o a través de una carta, lo que opino con respecto a este tema, y aunque sea difícil, algún día lo haré.

Por otro lado, hay otro grupo de jóvenes políticamente desinteresados, los que para serles sincero, me causan una suerte de saña. Este no menor número de jóvenes, critica a la política con argumentos débiles, superficiales, o derechamente inexistentes. De ellos muchas veces escucho frases dichas por Marx o por otros grandes pensadores como: “La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros.”, “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados” etc. ¡Ni para crear sus propias frases les alcanza! Al escuchar a estos jóvenes en lo primero que pienso es el anarquismo, sin embargo, creo que su problema no radica allí, sino que en algo mucho más simple: la flojera. Este mal parece estar desarrollado fuertemente en estas personas, ya que paradójicamente, al igual que los políticos, mienten para eludir sus responsabilidades. Realizando una analogía, yo en mis primeros semestres de Programa de Humanidades, dudaba de la utilidad de estos trabajos, posiblemente con el fin de auto-convencerme de que no era necesario esforzarme; los jóvenes que por flojera sufren un desinterés político les ocurre algo similar, ya que critican sin realmente saber, con el fin de no tener que comprometerse con algo verdaderamente importante.

Otra causa del desinterés político, mostrado por los jóvenes del siglo XXI, se la atribuyo a la ignorancia que los adolescentes poseen. A veces siento que los jóvenes creen que la política es como las matemáticas, donde todo lo que no está totalmente correcto, está mal. He allí otra posible causa de su desencanto, porque es prácticamente imposible hacer siempre todo bien, sin cometer algún error. Al decir esto, no quiero que me interpreten como una persona conformista, sino que como una objetiva y realista, que es capaz de darse cuenta que nadie es perfecto y que todo tiene un margen de error. Muchas veces hay decisiones buenas y malas, pero no una perfecta; el político debe darse cuenta de cuál es la más conveniente para la sociedad y para el país. Gran cantidad de excelentes decisiones llevan consigo una pequeña parte negativa, la que lamentablemente suele ser sacada de contexto, provocando el desapego político de los jóvenes. Sus incipientes mentes, llenas de ideas y de opiniones, son muy fáciles de amoldar, por lo que por lo general, cualquier cosa negativa que se diga, se les grabará y por sobre todo pensarán en alegar antes que en solucionar.

Tratar con jóvenes definitivamente no debe ser algo fácil. Su impulsividad, o su complejo de “sabelotodo”, pueden llegar a complicar a cualquiera. Sin embargo, si hay alguien o algo que sí debe hacerse cargo de ellos, es la política. Debe lograr captar su interés en vez que su desprecio, debe generar opiniones en vez que repulsión, debe despertar un espíritu crítico en vez que uno conformista y, por sobre todo, debe lograr su participación en lugar de su desapego. Para lograr la participación política deseada, todos debemos poner de nuestro lado; los jóvenes tenemos que asumir nuestro rol de ciudadano y abrir las puertas a esta actividad que nos rodea diariamente, y los políticos por otro lado, tiene que realizar mejor su labor, para que esta disciplina se transforme en una mucho más sana, limpia y agradable.

Sinceramente no podría terminar este ensayo, sin expresar algo que desde el primer minuto que me senté en el computador, me dio ganas de hacer. Anteriormente señalé que anhelo y que me gustaría encarar a un político para decirle todo lo que siento sobre lo que hacen y lo que no hacen, ya que creo que en ellos está la principal razón del desinterés que sufren los jóvenes de hoy. Me gustaría aconsejarlo desde la perspectiva de un adolescente, para que cambie su manera de ser o, simplemente, para que evite ser como otros han sido. Después de haber compartido con ustedes gran cantidad de mis ideas respecto a este tema, creo que merecen leer lo que le escribiría a una figura política actual, si es que tuviese la oportunidad de hacerlo.


Señor Presidente de la República,

Me dirijo a Ud., con la finalidad de aconsejarlo, desde la perspectiva de un adolescente, para que la labor de su mandato se haga, de alguna forma, más llevadera.

Primero que todo, debo confesarle que soy un fiel admirador de lo que usted ha logrado y ha hecho en su vida. A Ud. lo considero un emprendedor, digno de imitar en la mayoría de los aspectos. Es principalmente por esto que he decidido escribirle esta carta, ya que creo que puede ejercer su labor de una maneara ejemplar.

Mi principal consejo es que vaya siempre con la verdad, que admita sus errores y que le baje el perfil a sus aciertos, ya que siempre he creído que una persona correcta es una persona humilde y sincera. También le aconsejaría que cumpla sus promesas de campaña para que no se transforme en uno de esos políticos odiosos, los que hacen que esta actividad sea vista, por el común de las personas, como una actividad “insana”.

Finalmente le recomendaría, para que no me defraude a mí y a todos sus adherentes, que se preocupe más por su país y los problemas de éste, que por sus relaciones en el exterior. Creo que en estos tiempos post terremoto el énfasis de su trabajo debe estar situado en las ciudades y familias afectadas y en Europa, haciéndonos “marketing” a través de un papel que dice “Estamos bien en el refugio los 33".

Su credibilidad puede transformarse en su mayor debilidad, si es que falta la verdad, para complacer a la audaz sociedad.

Saludo al Sr. Presidente con la consideración más distinguida,

Juan Carlos Troncoso Storm
(“Rebelde con Causa”)
Noviembre de 2010

No hay comentarios: