Estas pocas líneas intentaran contar la triste y magnífica historia de dos hermanos, la que se sitúa en el transcurso del siglo XIX.
Ambos vivieron y compartieron sus infancias en donde les inculcaron los mismos deseos de libertad e igualdad. Nacieron en la misma cuna humilde y generosa del hogar medio, pero al crecer maduraron sus ideales y las bondades que querían lograr. Sus caminos se separaron y siguieron distintas metas. El primer hermano, que nació años antes, se llamaba Romántico, y el segundo, como contradicciones designadas por el destino, se llamaba Realista. Los dos se instruyeron en el arte de las letras, la Literatura. Se informaron y construyeron hechos que les impulsaba y realizaban a hacer en sus tiempos, crearon Historia. Quisieron profundizar no sólo sus conocimientos, sino que también el por qué del querer, saber y desear de las cosas, apoyados por la filosofía que desarrollaron en sus tiempos junto a otros hombres. No está demás contar que eran grandes fanáticos de pintores totalmente distintos. Romántico respetaba notablemente a Eugene Delacroix, siendo su obra favorita “la Libertad guiando al pueblo”. Y contrastantemente a Realista le gustaba Ernest Messonier, quién retrató “La Barricada”.
Para ser mas claros, Romántico y Realista vivieron la transición de un mismo siglo. Al final se descubrirá que uno perece antes y el otro dejo vestigios que hasta hoy en día podemos encontrarlos (y quién sabe hasta cuando seguirán estos progresando). Uno se convirtió en un revolucionario, deseoso de liberar su yo interior guiado por corazonadas. Y el otro fue el iniciador de la clase de hombre progresista, guiado por el deseo de evolucionar y mejorar el exterior en donde se desarrolla el Ser Humano. Romántico tenía como Bondad una constante y afanosa introspección sobre el por qué de todas las cosas y hechos debido a que no fue feliz en realidad que vivía. Y Realista un siempre recto y seguro caminar hacia el progreso medicinal, socio-económico y tecnológico para un porvenir mejor y feliz para el hombre.
Teniendo como privilegiado al que primero nació, hablaremos primero de la corta vida pública de Romántico, en comparación con Realista. Aún no se tiene certeza este desapareció de la faz de la tierra desde el momento en el que se incomunicó de los pueblerinos o sigue sus andanzas en los hogares de distintas personas. Ya maduro, este primer hermano construyó su propio concepto de libertad. Junto con otros hombres deseosos de expresar y creer en lo que sus corazones dictaban, buscaron la salida de sus fantasías enfrentándose directamente con los primeros que les imponían autoridad y algún “orden”: El Estado. La mayor inspiración de Romántico fue cuando leyó “Los Bandidos” de Friedrich Schiller. Encontró personajes que le producían el sentimiento de tomar las armas e ir al encuentro de sus enemigos Dictadores. El levantarse y luchar, revolución contra los que les roban sus derechos como seres humanos y que en tiempos pasados tanto eran pronunciadas. Actos de pura pasión y valentía humana, provocaban que a Romántico le saltara el corazón de tan solo pensarlo. Querer basar al final la razón de sus actos en sus emociones. Además, en el momento en el que Carlos, el héroe del libro dijo: “-Pudieran por esto admirarme. (…) Recuerdo haber hablado (…). Se han ofrecido mil luises de oro a quien quiera que entregue al gran ladrón. Puedo servir a ese hombre.-” (pág. 162) Justo después de haber matado a su amada a causa de sus ideales y promesas, romántico concilió de que la muerte del ser humano y amada se justifica con el fin de querer salvar la vida de muchos. El sacrificio de la vida es el mayor acto de honor que Romántico cree que se puede realizar.
Y esta creencia la sujetó con las siguientes anotaciones: -¡En estos tiempos de incertidumbre para algunos y de realización del hombre, quiero que digan de nosotros: “que destacaban el valor del sentimiento y de intuición, (…) que descubrió la riqueza y fascinación del mundo medieval con sus grandiosas catedrales góticas, sus virtudes caballerescas (…).” (Ricardo Krebs, Historia Universal, pág. 362-363). Así es como deseo que nos recuerden!- Tomando un respiro y sin más qué observar, qué hacer, Romántico cae en la depresiva resolución de que todo lo que en realidad toca, muere, todo perece al fin y al cabo. El descubrir que al final todas esas revueltas contra el Estado no ayudaron en nada a cumplir sus metas, cayó en cuenta del decepcionante estado en el que estaba su entorno. No le gustaba la realidad que estaba obligado a vivir, por lo que, desconsolado, buscó esta libertad en sus adentros, en su interior. Para lograr una verdadera paz, buscó y buscó algo que en verdad le era inalcanzable. Desesperado, creó una realidad interior en la que pudiera encontrar respuestas, las que le eran ilimitadas (consoladoramente). Esta introspección y centralización de sus ser le llevo a , quizás sin querer, reunirse con filósofos de gran importancia para la Época en la que vivieron. Hegel le decía :” Es el infinito en devenir, la Razón y el Espíritu. En mi, pues Razón (…), Espíritu (…) e Idea (…) son términos sinónimos. Y los tres expresan la totalidad infinita y real.” (El infinito como Devenir, pág. 336). Se entusiasmó con estas ideas, las que luego hicieron surgir en él otras nuevas. Sabía que de este desgarramiento de la realidad, lo mejor era enfocarse en su interior, por ello continuó con estos estudios filosóficos intelectuales.
Esto lo llevo a aislarse de la realidad externa hasta el punto de solamente pensar, pensar en metas tan abstractas como lo eran sus pensamientos. Llegó a tal punto extremo que pensó que la solución más fácil y lógica para acabar con los problemas terrenales, como el hambre, la pobreza, la soledad, entre otros, era el suicidarse. ¿Para qué seguir viviendo en un mundo en donde nada es bello (no es eterno), en donde no se puede ser feliz si no tienes lo que quieres, si somos tan egoístas con nuestros propios hermanos…? ¿Dónde está siquiera su hermano? Llegó a pensar y reflexionar. Ya habían pasado largas temporadas desde la última vez que se habían visto.
Un día quiso un amigo de Romántico hacerle recordar “aquellos buenos tiempos” en los que lucharon por ellos y el pueblo, unidos por un mismo ideal de libertad. Intento inspirarlo nuevamente con la obra de arte “La Libertad guiando al pueblo” de Eugene Delacroix, diciéndole que no todo estaba perdido, que sí lograron algunas metas. Le dijo que quizás no debería sentirse tan identificado por las pasiones que muéstrale cuadro, que no fuera tan extremista. Pero quiso ser sincero y le dijo que igualmente se sentía orgulloso de él porque, al igual que en la obra, podia ver esa lucha por alcanzar lo inalcanzable o, mejor, lo difícil de conseguir, lo que le convierte en un ser titánico, invencible y ejemplo para el porvenir. Pero al terminar con estas palabras, se dio cuenta de que no estaba siendo lo suficientemente objetivo como para convencerlo.
Con el deseo de consolar esta amargura de su amigo, el compañero de Romántico le dijo que no se preocupase, ya que al final de sus días todo acabaría, y así sus problemas. Pero Romántico le respondió, más triste y melancólico, que a pesar de que en esos tipos de revueltas haya conocido incluso a su amor y compañera, en las mismas fue en donde la perdió. ¿Valía entonces la pena seguir luchando y seguir viviendo en un mundi en donde muere lo más lindo de la vida, el amor? Y más aún, siendo la razón de su pérdida el seguir sus ideales.
Estaba decidido. Quiso quitarse la vida, una y otra vez, pero nunca lo lograba. Sentía que aún le faltaba algo por presenciar en su vida.
Toc-Toc
Sonó la puerta de su hogar, la de Romántico. Preguntó quién es. Le respondió que era su hermano. ¿Que? Estaba alucinando. Abrió la puerta. Paf, una, dos, tres y cuatro bofetadas, arrebatos de verdad. Su hermano Realista había llegado. Romántico cayó al suelo. El menor le ayudo a levantarse. Se sentaron juntos. A Realista, Romántico le ofreció algo de tomar, fue a la cocina. Volvió extrañamente pálido, a lo que Realista no le dio mucha atención, pensando que seria a causa de la sorpresa causada. Se sentó el mayor y el menor le dijo: -¿Qué es lo que piensas que haces? Me han dicho que has intentado varias veces suicidarte. ¿Crees que así se solucionaran tus problemas? Que poco compromiso con tu sociedad. Aunque tu desaparezcas los dilemas del pueblo prevalecerán si no existen los creadores de una solución.- Fue una larga charla en donde hablaron un poco sobre sus proyectos y amistades. Después entendieron lo distintas que habían sido sus vidas y esto luego de que se separaron de su madre, bondadosa y llena de sueños de igualdad, fraternidad y libertad para sus hijos. Aquí es cuando Realista le dijo a su hermano Romántico que si no se dio cuenta, ella siempre había deseado que ellos, sus sucesores viviesen esa libertad y que luego la difundieran. Le explicó que con todas esas corrientes pasionales que él experimentó no se puede conseguir lo que tanto anhelaba y logran resultados poco firmes y se sujetaban de un pilar tan frágil y cambiante como lo son las emociones. Cada revolución en la que participó fueron un paso hacia atrás en la moral del hombre, que sinceramente no le ayudaría a cambiar las cosas como estaban, y ese deseo de cambiar estas cosas debería ser su impulso para seguir viviendo.
Le contó que en los tanto años que estuvieron separados, conoció y se instruyó con lecturas de autores reconocidos, como Benito Pérez Galdós. Le resumió rápidamente su libro favorito “Marianela”, en el que creyó encontrar un personaje con el que se identificó completamente, por tener el mismo deseo de seguir adelante, siempre adelante. Para mayor detalle, Realista le dedicó una cita a su hermano, la que narraba el momento del desenlace de la historia, en donde la protagonista, Marianela, está muriendo.
“Carlos: Misterio no, no (…) es la realidad pura, la desaparición súbita de un mundo de ilusiones. La realidad ha sido para él nueva vida, para ella ha sido dolor y asfixia, la humillación, la tristeza, el desaire, el dolor, los celos…, ¡la muerte!” (Benito Pérez Galdós, Marianela, pág. 204) Tristemente, Realista le reveló que quizá, así como le ocurrió a Marianela, el hecho de descubrir que en realidad nunca sería amado o escuchado, en el ambienten el que desarrolla sus ideales, este era razón para que cambie su enfoque, que tenia que entender que no todo lo que él demanda, o dice necesitar para ser satisfecho, el ser humano era capaz de ofrecer. Aquí es donde le contó que él, junto a otros grandes doctores, logró hacer un cambio: una mejora en la medicina. Progresaron no solo en sus áreas, y esto para el bienestar del hombre, y así lograron “una mejor alimentación y de los progresos de la medicina y de la higiene. Los hombres aprendieron a combatir científicamente la cólera, la viruela, el tifus y la tuberculosis y a eliminar los focos infecciosos.” (Ricardo Kreba, Historia Universal, pág. 388) Y muchas cosas más logro el hombre, deseoso de seguir adelante, siempre adelante, decía Realista. Otros grandes autores literarios hablaban de jóvenes criollos, decididos en empezar un estudio en sus países para luego emprender las mismas grandes hazañas de los grandes europeos, y en sus casos, aplicar la nueva medicina en su país, con el fin de mejorar el estado de vida del ser humano.
Cuando Realista ya veía que su hermano estaba quedándose dormido (o así lo parecía), extrañamente pálido, le trató de llamar la atención diciéndole lo mucho que había progresado él en sus estudios. Que en esos días, gracias a su estado económico, tiene más libertades: de voto, de expresión, le escuchaban debido a que sabían que había tenido que pasar realmente por un largo camino antes de ser lo que era, y así poder conseguir sus riquezas, tanto concretas como abstractas.
Le habló de Augusto Compte, con quién compartía el mismo ideal de progreso continuo y sin fin para logar cada día una mejor recepción para el ser humano n la tierra. Este filósofo “considera a la ciencia como guía única de la Humanidad y confía en un progreso indefinido (ideales formados de la Ilustración). Pero hay que notar que, entonces el valor de la ciencia queda subordinado a estos ideales humanitarios (función práctica del saber), y que la misma ciencia es relativizada históricamente (relativismo del saber).” (Positivismo, Augusto Compte, pág. 349) con estas palabras quiso Realista abrirle los ojos a su hermano deprimido, por la inseguridad generada por los inestables actos que acometió. Además de esto, el menor le quiso demostrar cuán poco productivas eran las prácticas de revolución. Salieron juntos, había empezado a nevar. Romántico parecía un copo de nieve más que cae del cielo para luego desaparecer en el suelo caliente de la tierra (hasta cierto punto). Realista se dio cuenta pero prefirió seguir. Vio a su hermano seguro de lo que hacía, por eso prefirió seguir el camino. Llegaron al museo de Artes. Realista llevó directamente a Romántico al cuadro “La Barricada” de Ernest Meissonier. Se sentaron frente al mismo. El menor le preguntó si sabia lo que hacían ahí. Romántico le respondió afirmativamente con un si, pero no dijo más, quizás por orgullo o porque simplemente no tenía más fuerzas para proseguir. Entonces, Realista le declaró que era por el medio crudo y triste pero real con el que se retrató la caída de unos cuantos rebeldes revolucionadores. Las atrocidades de las revoluciones, ¿para qué? Le explicó que no creía que ese afán de querer copiar lo que ocurre en esa realidad externa es por nada o para convencer de que era bella. Por el contrario. La triste, penosa y desaireada vida del que muere en las revueltas revolucionaras creen que mueren sin causa y gloria alguna. Muchos nuevos artistas comparten ese ideal de querer cuidar la naturalidad, tanto sana como desdichada, del hombre. Este es manifestado en obras artísticas, representando, muchas veces en esos tiempos, las tristeza del hombre marginado, destruido, desviado y desposeído.
Por esto y más quiso convencerlo de que le acompañase en ese camino que es incapaz de recorrer solo. Creyó que es posible, siendo persistente en sus ciencias, cambiar la sociedad y hacerla más justa y feliz… Miró a su hermano. Horror. Sintió cómo su corazón se estrujaba en su pecho al ver que su hermano yacía sentado a su lado, sin color, sin el respirar profundo y apasionado, la mirada constante y una sonrisa petrificada.
Tristeza sintió Realista, pero no por siempre. Nunca supo si de verdad había muerto Romántico. A veces creía verle entre las acaloradas caras de los jóvenes emprendedores esperanzados en ver una sociedad más justa, a veces teniendo esos actos tan locos como los tuvo alguna vez su hermano mayor en sus mejores momentos. De algún modo sabía que su hermano aun se encontraba entre los vivos, acompañando a todos esos corazones deseosos libertad.
Comprendió que era fundamental y trascendente continuar los progresos que estaba logando con su equipo y que así lograría la libertad que deseaba en su siglo XIX. Que estaba en lo correcto; de que el pilar que levanta para la transformación de su realidad, tanto interior como exterior, se lograría consumar y perfeccionar ya que tenía fe, mejor dicho por él, una suerte de consecuencias que le apoyaban. Que todo ese apoyo medio científico que aporta, en su caso, serían también importantes para la larga trascendencia de la felicidad del ser humano.
Se dio cuenta de que quizás Romántico no habría podido eclipsarse de su vida de otro modo ni momento. Tal vez su hermano mayor era un llamado de atención a la sociedad diciéndoles que jamás se pueden dejar de lado los sentimientos humanos, como ocurrió en tiempos pasados.
Por esto es que Realista abrió los ojos, vio en donde vivía y en que se había convertido su sociedad. Lo que quería hacer entonces era actuar.
Felizmente Realista sabe que sus proyectos de progreso de continuaron y continuaran incluso en los nuevos continentes, y que los ideales de libertad del hombre se seguirán instruyendo hasta el final de los tiempos.
Epílogo:
Afortunadamente Realista pudo observar en su país que sus sueños de progreso y libertad no se quedaban estancados en su solo país, sino que se propagaba incluso hacia el Nuevo Continente. Leyó una vez en le diario lo siguiente:
“El gobierno de José Miguel Carrera
El grupo de acaudillado por Carrera tiene en mente proclamar la independencia, y por ello se dio a la tarea de difundir la idea en las páginas de “La Aurora de Chile”.”
(Osvaldo Silva Galdames, Breve Historia Contemporánea de Chile, pág.128)
Supo desde aquel momento que ese afán de expresar y exigir propios y liberales realmente son seguidos por los criollos, gente igual que él, la que solamente difería por las tierras que defendían. Sabía que esto les traería el progreso tecnológico y científico, ya que ellos lo exigirían como derecho para un mejor vivir.
Mabel Carabelli, IIIº C, 2008
Compacto Cultural Romanticismo y Realismo