domingo, 5 de agosto de 2012

‘’VALORES ETERNOS’’



Este año he tenido que leer obras que se escribieron hace miles de años, en la Antigüedad Clásica, que comprende desde el siglo VIII aC hasta el siglo V dC en Grecia y Roma, y me he preguntado por qué seguimos leyendo obras tan antiguas. Luego de una larga reflexión concluí que: ‘’las directrices del pensamiento clásico se encuentran presentes en toda la literatura antigua de Grecia y Roma como guías hacia los más altos valores de la época’’. Para argumentar mi postura utilizaré cuatro relevantes obras de la literatura clásica: La Ilíada y la Odisea de Homero, la Eneida de Virgilio y la Olla de Plauto. Las tres directrices son Actitud Racionalista, Valoración de lo Humano y Voluntad Idealizadora, sin embargo solo haré alusión a estas dos últimas.

Comenzaré analizando la Voluntad Idealizadora que es las directriz predominante en las obras de la Ilíada, la Odisea y la Eneida, entre cuyos motivos está la supremacía divina por sobre la humana, lo que se ve reflejado en el principio de estas epopeyas donde se invoca a las musas.

En la Ilíada, Aquiles tiene una ascendencia que remonta a los dioses y representa a un héroe y a un guerrero ideal. En ese entonces la guerra tenía mucha importancia y era bella, de hecho la palabra “bélico’’ viene de “bellum’’ que significa ‘’bello’’. Aquiles también era la imagen de un hombre apolíneo, vigoroso, dominante y seguro. Por ejemplo, cuando Apolo estaba tirando flechas a los aqueos, Aquiles fue quien convocó a la gente para resolver el problema: ‘’Durante nueve días volaron por el ejército las flechas del dios. En el décimo, Aquiles convocó al pueblo al ágora: se lo puso en el corazón Hera (…). Acudieron estos y, una vez reunidos, Aquiles el de los pies ligeros, se levanto y dijo: - ¡Atrida! Creo que tendremos que volver atrás, yendo otra vez errantes, si escapamos de la muerte, pues, si no, la guerra y la peste unidas acabarán con los aqueos. Mas, ea, consultemos a un adivino (…) -¡Oh Aquiles, caro a Zeus! (…) temo irritar a un varón que goza de gran poder entre los argivos todos y es obedecido por los aqueos. ’’ (La Ilíada, Canto I, Homero)

En la Odisea, Odiseo se muestra como un modelo en la sociedad, es un hombre inteligente, de buen habla, valiente, honorable y honesto. Por ejemplo, cuando Alcínoo quería que él le contara sus historias, le dijo lo siguiente: ‘’Oh, Odiseo, al verte no sospechamos que seas un impostor ni un embustero, como muchos otros que cría la obscura tierra, los cuales dispersos por doquier, forjan mentiras que nadie logra descubrir. Tú das belleza a las palabras, tienes excelente ingenio e hiciste la narración con tanta habilidad como un aedo.’’ Al igual que Odiseo, su esposa Penélope, también se muestra como un modelo a seguir, pues cuando su esposo se fue por largo tiempo, ella seguía siéndole fiel, a pesar de tener muchos pretendientes y de que Odiseo podía estar muerto.

En la Eneida, Eneas reúne las características principales de los personajes de Aquiles y Odiseo, porque él era un héroe valiente, fuerte e inteligente. En la siguiente cita se muestra un valor muy importante de la época, el morir con honores, valentía y gloria: “¡Dichosos mil veces los que tuvieron la fortuna de morir a la vista de sus padres bajo los muros de Troya! ¡Oh, hijo de Tideo, el más valiente de los dánaos! ¡Que yo no haya podido sucumbir en las llanuras de Ilión y expirar bajo los golpes de tu diestra, allí donde yace el bravo Héctor, muerto por el hierro del Eácida, donde yace el gigantesco Sarpedón, donde el Simois arrastra en su corriente tantos escudos, tantos yelmos, tantos cadáveres de hombres fuertes!’’ (La Eneida, Virgilio)

Continuaré con la Valoración del Humano, que es la directriz que predomina en la Olla, ya que el humano es el tema central; los dioses no determinan el destino de los humanos, por lo que no se muestra la supremacía de la voluntad divina por sobre la humana. Al principio de la obra el personaje principal, Euclión se muestra como un antihéroe, como es la mayoría de las personas en la realidad, es decir, se valora la realidad del ser humano, pero al mismo tiempo, se apunta a los más altos valores de la época, dado que al final de la obra, Euclión se da cuenta de sus errores y se vuelve generoso: ‘’Stróbilo: Espectadores: Euclión ha cambiado de condición. Repentinamente se ha hecho generoso: sedlo también vosotros con los actores.’’ (La Olla, escena IV, Plauto)

En síntesis, las directrices del pensamiento clásico se encuentran presentes en toda la literatura antigua de Grecia y Roma como guías hacia los más altos valores de la época. Las directrices de Voluntad Idealizadora y Valoración de lo Humano apuntan y exaltan los valores de generosidad, valentía, inteligencia, etc. Estos siempre tendrían que estar vigentes en nuestras actuales vidas, por eso que seguimos leyendo las obras de la Antigüedad Clásica.

Milena Rivillo, IºA 2012
EPA 2 Antigüedad Clásica
Literatura

martes, 28 de febrero de 2012

Siento, luego existo

“…No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo…”

(No te rindas, Mario Benedetti)

Prólogo
Siento, luego existo. Es así como inicia esta gran encrucijada; descubrir nuestros roles y valorar nuestra esencia femenina para luego valorar al otro. Un ensayo confesional escrito en primera persona e íntimamente unido a todo lo cósmico y antropomórfico y, asimismo, lleno de emoción y de una introspección a la vida que nos hace reflexionar sobre nuestra propia naturaleza como mujeres del mundo contemporáneo y de un país como Chile. Un ensayo relacionado directamente con mi propia perspectiva hacia la reconstrucción de géneros y hacia lo más intrínseco de cada ser humano; nuestros mayores miedos e inseguridades. Mi propósito es simple, demostrar la importancia del amor en la construcción de nuestras personalidades y recalcar que la imperfección es la verdadera belleza.  Asimismo, el lector podrá hacerse testigo de la  llegada de aquel personaje del ángel negro, quedando al descubierto que vencer la niebla y la oscuridad sí es posible, simplemente con la confianza hacia uno mismo.
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 Siempre me ha gustado escribir de noche, cuando la luna renace y el sol se esconde bajo un inalcanzable atardecer rojo carmesí; cuando la calle se ilumina por luciérnagas nómadas y la soledad vaga por los desconocidos callejones de la ciudad, tocando las puertas de cada casa en busca de calor y de aquella quimérica compañía. El silencio abunda y los sueños invaden nuestras mentes; somos tan endebles ante la oscuridad de la noche, somos tan humanos ante las estrellas y ante el infinito cielo. Siempre me ha gustado escribir; sentir como las palabras fluyen y crean arte, como mis sentimientos se transforman en letras y en una pasión universal, en un deseo constante de transmitir quién fui, quien soy y quién deseo ser en un futuro a veces tan lejano, y otras veces tan intimidantemente cercano. Siempre he podido alejar mis miedos a través de la escritura, abandonar mis inseguridades, luchar contra mis angustias; renunciar a la incertidumbre. Nací mujer en un mundo patriarcal, en un mundo que pareciera ser tan superficial y hedonista, pero que esconde tantos recelo y desconfianza. Nací mujer en un mundo lleno de injusticias y desigualdades, pero que esconde tanta esperanza y empatía. Crecí riendo, llorando, aprendiendo y hoy, he llegado a un punto de mi vida en que- del mismo modo en que Terencio pronunció en una Roma ancestral- humano soy, nada de lo humano me es ajeno; mi mente se ha convertido en una fuente de reflexiones y en la fuerza propulsora de una mirada analítica hacia la vida y hacia la sociedad, y la noche ha contribuido a ello, especialmente esta noche y esta luna.
Siempre me ha gustado observar y lograr entender lo que somos o lo que pretendemos ser, siempre me ha gustado mirar a la gente mientras camina, sentir lo que piensan, percibir sus emociones y escuchar lo que opinan. Siempre me ha gustado entender nuestro ayer para comprender la razón de nuestro ser contemporáneo. Nuestra historia, desde la perspectiva del género, ha sido una constante lucha contra la resignación y la sumisión y hemos de valorar a aquellos espíritus valerosos que determinaron nuestro hoy. Por eso, ante esta noche y ante estas estrellas se bosqueja en mi mente la siguiente pregunta: ¿Cómo valorar al mundo, si no soy capaz de valorar mi propia esencia femenina? [1]La vida se basa en eso; luchar contra la individualidad y la falta de humanidad, comprendernos a nosotros mismos para luego comprender al otro, pero, ante todo, saber apreciarnos como individuos imperfectos y mortales. Somos tan maravillosamente humanos, tan ilógicamente complejos, entes espirituales e irrevocablemente sensibles por naturaleza. El hombre, como Unamuno afirma, no es un animal racional, sino que un ser afectivo y sentimental y nosotros, los Daseins, nos encontramos en una constante lucha por realizarnos; en cada momento de nuestras vidas tenemos un propósito, y a él conspira la sinergia de nuestras acciones. El vivir es la gran misión humana; luchar contra la llegada del ángel de la muerte y nunca perder nuestra auténtica condición. Al querer ser otro, queremos dejar de ser lo que realmente somos; al querer ser otro, el hombre se convierte en un auténtico enajenado, víctima de una ilusión efímera y la vida se torna más dolorosa que la postrera sombra. La inseguridad nos hace esclavizarnos como locomotoras, nos convierte en monstruos que, en cuanto cae la noche, lloran irremediablemente y cuyo único consuelo es aullar. Nos convierte en extranjeros de nuestros corazones y hablamos simplemente para no callar, destruyendo nuestra esencia y desechando la alegría del simple hecho de vivir.
Nuestra única salvación es el amor; sin amor no hay convivencia ni armonía social, ya que  este sentimiento es la condición fundamental de nuestra existencia. Es el amor lo que nos convierte en seres humanos capaces de convivir dentro de una sociedad determinada. Es el remedio más importante dentro de una humanidad en donde la deshonestidad, la mentira y la desconfianza invaden las conciencias de aquellos pobres entes que viven en una edad materialista y superficial, en una edad patriarcal, en la que- como afirma Humberto Maturana- la sexualidad se ha convertido en violencia, debido a una falta de ternura. Nuestro pasado como sociedad estuvo determinado por la edad matrística, en donde existía un equilibro y coherencia en la especie, ninguno estaba situado sobre el otro, promoviendo el respeto y la dignidad de ambos géneros ¿Ubi sunt? Asimismo, nuestra utopía de futuro está representada a través de la edad neomatrística, la cual lograría acabar con la edad patriarcal, a través de la reflexión como instrumento liberador y la honestidad volvería a convertirse en la vía para lograr la biología del amor. Ésta es una batalla que debemos emprender, debemos luchar por nuestros sueños y metas; debemos luchar por el amor, por la ternura y la pasión. La mujer, vencedora constante de las limitaciones sociales, debe proclamar su fuerza de género, ya que si las mujeres aspiramos a comportarnos como hombres, habremos perdido todas nuestras ambiciones y nuestra esencia se irá perdiendo lentamente dentro de la violencia espiritual de la que seremos víctimas. Lo más importante es valorarnos como mujeres, como mujeres de gran alma; que piensan con el corazón, actúan por la emoción y vencen por el amor. [2]Luchar contra los erróneos patrones de perfección que la sociedad consumista ha impuesto y simplemente reír; reír de lo maravillosamente imperfectas que somos, porque los ojos de las mujeres están cansados de ser llanto.
Todos vivimos bajo el mismo cielo y no podemos vivir devorándonos unos a otros, porque el tiempo se escapa, Cronos nos devora minuto a minuto y la vida es muy corta para no disfrutar de nuestras virtudes y defectos.
Siempre me ha gustado escribir de noche y hoy, especialmente bajo estas estrellas, siento que al fin he sido capaz de enfrentar mi mayor miedo; mi gran pánico de hablar en público. Confieso que mucho tiempo he vivido con esta horrible sensación de temor, de vergüenza. Muchas veces he llorado en la soledad de la noche, en la tristeza del invierno. Confieso que muchas veces he deseado ser otra persona y olvidar mi verdadero yo. Pero el amor y la esperanza me han ayudado a sobrellevar este tormento de inseguridades y a lograr entender que nadie es perfecto y que es esa misma imperfección lo que nos hace bellos y únicos. Nací mujer y tartamuda, mas soy feliz, extremadamente feliz. Muchas veces odié al mundo y a mí misma, pero qué equivocada estaba, qué ciega era, qué ingrata fui; qué egoísta. Este trastorno cambió radicalmente mi perspectiva de mundo, y me hizo darme cuenta de que nuestra esencia es el mayor regalo que la vida nos pudo dar, que es algo completamente nuestro; nuestro mayor tesoro, nuestra verdadera riqueza. Nuestro ser es lo más importante y –como alguna vez Sigmund Freud señaló- nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero con frecuencia, son también la fuente de nuestra fuerza.
Siempre me ha gustado escribir de noche y especialmente este crepúsculo ha sembrado en mí una nueva sensibilidad, un deseo fugaz de vivir. 
- ¿Por qué lloras?- me pregunta un ángel negro desde la oscuridad de la noche.
- No estoy llorando, simplemente se me metió tu recuerdo al ojo. 
- ¿Tienes miedo nuevamente?
- No, ya no te tengo miedo. No más, nunca más.
- ¿Supiste que Armando murió?
- Sí, sí supe. Lo mataste. 
- Su Otro Yo no lo dejaba vivir; en este mundo no sirven esas almas sensibles y melancólicas. 
- Qué mentira más grande dices. 
- Mentira es creer que el ser humano es capaz de encontrar el equilibrio perfecto entre el cuerpo, el alma y su trascendencia. 
- Mentira es creer en ti, ángel despiadado.
- Mentira es pretender que son únicos; todos los hombres son un desperdicio, monstruos insaciables llenos de rencor. 
-Mentira es no creer en nosotros. Tanto tiempo te tuve temor, tanto tiempo viví asustada de ti. Y ahora me siento tan libre. Aléjate, vete lejos, desaparece. No vas a ser tú quien me haga infeliz y no vas a ser tú, ni nadie, quien me haga desvalorar mi naturaleza femenina, porque ¿Sabes qué? Nací mujer, nací imperfecta, nací en un mundo en el que la mujer es una invicta persistente de las restricciones patriarcales y nací para luchar por ello.

Fue así como, finalmente, aquel ángel negro, aquel espíritu insensible y despiadado desapareció entre la oscuridad de la sombra, desvaneciéndose junto al miedo y en mi ventana resplandecieron los primeros rayos de luz del amanecer eterno.


[1] Acotación: Se recomienda escuchar la canción “Como la Cigarra” de Mercedes Sosa
[2] Acotación: Se recomienda escuchar la canción “Ella” de Bebe

Stephanie Vaccarezza
IV° Medio B
2011